miércoles, 9 de abril de 2008

LEYENDA

Recorría el sendero entre bacantes
un príncipe cojo caído en desgracia;
mantenía la ilusión
de algún día volver a pisar
con la fuerza y la cólera de una esfinge
transitada en años.

Tras la montaña que ocultaba la sangre
de un héroe medio acreditado
acertó a ver el príncipe un templo
lascivo en piedras, plomizo en derribos.

Sacerdotisa negra que surcas
los tramos más ansiados del alma humana

reduce tú las horas que en la distancia
aprisionan a mi corazón calcinado
por las saetas de la indecisión.

6 comentarios:

Emilio Ruiz Mateo dijo...

Por dónde anda esa sacerdotisa? Tengo que preguntarle unas cuantas cosillas.

Caperucito Lorca dijo...

Qué buen lugar para sentarse. Si a ti te ha llegado un ligero olor a café, a mí a Sabina. No sé.

Cosas del momento, supongo. Un abrazo.

fer dijo...

muy bonito

Emilio Ruiz Mateo dijo...

fer, tú por aquí! qué divertido.

Julio Castelló dijo...

Me parece precioso el poema (aunque, si me permites el comentario, le tocaría una rima que me distrae). Me resulta muy cercano... a mí, personalmente. Eso siempre es un logro. Y tiene mucha fuerza.

Sunion30 dijo...

Gracias Julio por tus palabras, y sí, se acepta el comentario. Este es un mar libre donde el viento puede sugerir y los albatros sobrevolar mis islotes. Eso lo enriquece. Por otro lado, y revisándolo, es un comentario certero.