domingo, 20 de abril de 2008

...a la vuelta del cine...

Las escaleras mecánicas suben y me recreo en el ascenso mientras los coros me persiguen. Eternos coros a diez voces. Hacen que tiemblen mis pupilas como el día en que nos enseñan a jurar y mirar a otro lado.

Ya en la cama me tumbo. He de reconocer que todavía levanto la colcha para ver si hay monstruos abajo. Me miras desde la puerta con ojos de intenso cariño aunque no aciertas a descubrir si lo que necesito es amparo.

Doy media vuelta y me tumbo boca arriba. Antes de dormir me hermano con el techo. Conversamos de grietas, surcos de tiza sabia que dan cierto carácter en las horas planas. Más de quince minutos así y ya siento que tus brazos se cierran.

La almohada no entiende de tríos. Deja que la abrace. También sobra la camiseta.

Ha vuelto la humedad a Barcelona.

4 comentarios:

Emilio Ruiz Mateo dijo...

Hay mucha belleza escondida en las grietas. Qué bien que la veas. Qué dulces las almohadas así.

Sirena Varada dijo...

Hay que llevar cuidado con los hermanamientos con el techo antes de dormir, puedes ser abducido por alguna de sus grietas al abismo que conduce al hallazgo de un olvido.

Sunion30 dijo...

Sirena: tranquila, mis grietas son cobijos donde uno puede respirar en paz. Son sólo pequeños huecos donde aislarse durante cinco minutos. Por espacio, no dan para más.

Mr.Week: siempre la he visto y ojalá siga viéndola. No hay mejor calma que en el silencio de esas almohadas.

Emilio Ruiz Mateo dijo...

Las casas están llenas de metáforas. ¿Será por eso que estamos tan a gusto dentro de ellas? Gaite hablaba de las tuberías de las casas y...