jueves, 5 de marzo de 2009

Costas y pasos. (Choices)


...Y allí dormitaba el pueblo, con sus pequeñas casas reunidas alrededor del puerto y la iglesia como centro de apoyo. El olor a mar envolvía de caricias marinas el paseo que recorría toda la orilla donde las barcas mecían besos y dudaban si entregarlos en sus redes o empujarlos mar adentro. Y mar adentro esos besos siempre volvían con forma de viento protector.

Aparqué el coche y fui en busca de la pensión que había reservado desde la oficina turística de Girona en mi parada para comer. Sólo llevaba una bolsa de mano con la ropa justa para unos días así que me entretuve gustosamente paseando por las callejuelas con la sensación de estar caminando sobre las aguas de un mar conocido. Sus corrientes trazaban un ritmo que no podía evitar seguir, el color azul cristalino reflejaba sensaciones trenzadas con coral y yo me dejaba maniatar por ellas, esclavo de las algas perdidas y de las promesas convertidas en cofre oculto.


Delante de la puerta de la iglesia decidí hacer una parada para embalsamar tranquilamente tantas sensaciones desacostumbradas. Yo las busqué, yo debía velar por ellas si nadie más iba a hacerlo. Y sentado en las escaleras de piedra respiré hondo.

2 comentarios:

ADRIANO dijo...

Los escenarios costeros atrapan mucho, sabes que vivo frente al mar, en el fin de semana me levanto y lo primero que hago es ver el mundo que hay frente a mi ventana, y desde lejos mirar al mar y ver su color. No sé si sabría vivir en una ciudad de interior, el mar me guía, me tranquiliza, me hace viajar a través de sus olas y la cadencia de éstas.

Sunion30 dijo...

Adriano, comprenderás que tenemos vistas idénticas. Siempre tuve espíritu nómada y me he adaptado a las circunstancias de ciudades y países. Pero fue precisamente por tus tierras donde me di cuenta de mi única limitación: el mar. Por suerte no es un límite con efecto negativo sino que el mar me ofrece su horizonte para ir siempre más allá, arriando las velas con espíritu marinero.
Un abrazo.