sábado, 21 de junio de 2008

pedir una cita

Te veo pasar y mis abrazos se tensan, pértigas de hilo negro, saltar, tomarte desde lo alto una abducción onírica.

Rozaste el ojo; vira el estómago en vórtices de fresa, naranja plátano. Un día tutti-frutti de lenguas granizadas.

Yo me quedaría en este banco la espera, si tú me dejas una nota,
marcando la letra bien fuerte, ahogada de tinta la punta del bolígrafo;
papel en venas rasgado, bello asesinato azul.

Hoy voy a pedirte una cita como en un día cualquiera uno pide el periódico antes de ir a desayunar.

Y en el bolsillo, la ruleta.

“Hagan juego señores”, mendiga tu buzón, cuando oigo chillar la portería al salir de tu calle. Pasan los números, impares, por este lado del Eixample y ya no sé calcular raíces, por qué han de ser siempre cuadradas, me digo. Ni siquieran me han dejado las esquinas, maldito Cerdà y sus mutilaciones de adoquines.

Y calle abajo a dónde girar la vista, hundir una nueva estación de metro. Hacer de la espera un enlace a otra línea que me lleve cerca del mar y poder respirar salino.

Ya en casa, de vuelta a los dieciocho.

http://es.youtube.com/watch?v=joiDo5JVcOM

2 comentarios:

Jon Doe dijo...

Te entiendo, creo, esa vuelta a los 18 desde otra edad... Te entiendo.

Y de repente el miedo, el vuelco y el mundo que se tambalea un poquito. Marea.

Un abrazo.

Sunion30 dijo...

Sí, Jon, los flash-back siempre nos descentran un poco y sentimos que perdemos pie. Pero hay que tirar del niño que llevamos dentro para restaurar el equilibrio, si es que lo hay, de esta montaña rusa de calles.

Otro para ti!