miércoles, 21 de mayo de 2008

Fiesta de verano

"Y al levantarse una pequeña corriente nocturna de aire noté esa sensación de alivio tan difícil de encontrar un verano como aquel. La costa, así, daba el asunto por zanjado."

No es una historia diferente. J.G.O.


Una figura que pasea. Avanza por las calles acariciando las paredes de edificios rotos mientras el resto ignora la música que en sus oídos pende como una colada recién hecha con los albores de todas las primaveras que hemos vivido.

Esa silueta –no repta, se desliza- pregunta a los ojos que pasan si tras las risas rasgadas de la tarde ha quedado un poso de disfrute con el que sazonar su próximo día.
A veces, incluso, le da la vuelta a la taza y juega a vertebrar nuestro destino con los posos de ese té. Enlaza, abraza, ensalza las pupilas que ha dejado atrás en su paseo.

Y por doquier los violines. Las esquinas se emparejan y dan vueltas como un baile frenético de nombres y calles. Los guiños del semáforo sonrojan a las puertas. El cuchicheo de los interfonos confirma el romance secreto del quiosco del parque con la orquesta de los domingos. Ya nadie se permite callar, todo es sol barrido por la arena.

Fiesta de besos sin labios.

Y la figura, demiurgo transnochado, por un momento se sienta y respira las luces coloreadas que saltan de árbol a árbol.

Mientras toma aliento le sobreviene el miedo y se pregunta qué va ser de nosotros.

Se levanta y prosigue con el baile.


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Y esta es la música que suena bajo el quiosco:

http://es.youtube.com/watch?v=ssNOCcP6Ync

"I don´t need a crowded ballroom
everything i want is here
if you are with me, next year will be
the perfect year"

Sunset Boulevard

3 comentarios:

Emilio Ruiz Mateo dijo...

fiesta y verano son dos de las cosas que me gustan de la vida. será por eso que este texto me sugiere más alegría de la que en verdad tiene.
suerte, figura
;-)

Sirena Varada dijo...

Música increíble, onírica, perfecta para acompañar un texto magnificente y estéticamente arrebatador, donde cada palabra es poesía.
O eso, o que yo hoy debo de estar (sensiblemente) fatal, aunque objetivamente me inclino más por lo primero.

Un beso

Rocío dijo...

No hay miedo ninguno. La música, el semáforo, el quiosco, el sol, las paredes acariciadas por el roce de las manos, la sonrisa, todos son cómplices para que termine saliendo bien.
Donde hay magia, nada falla.
Preciosa esta entrada, ¡preciosa!
Besos