domingo, 3 de agosto de 2008

Perdido en Kolonaki

(...)
Allí estaba. Sus ojos, de nuevo amigos, tenían algo de inocente y piadoso, carta en blanco y orden instintiva para bajar las armas. Todavía existía alguien que creía en la bondad, o cuanto menos, la practicaba.
Por un lado, su azul maravillaba de puro y oscuro, frío, como la sensación cuando te lanzas sin previo aviso al agua un día de verano; tu cuerpo quiere salir rápidamente para recuperar su temperatura impaciente pero cuando pasan unos minutos esa frialdad te reconforta y alargas la estancia en esas aguas de sol y sal. Mares de un ocaso.
Por otro, el negro de sus pupilas emanaba dudas, reflexión, extrañeza en algunos momentos, como si quisiera lanzarme miles de preguntas segura de que iba a tener todas sus respuestas, y de no ser así, que las buscaría para ella. Y no andaba muy equivocada.

La orilla estaba atónita entre algas secas y algún que otro esqueleto de sombrilla oxidado.

(Dicen que se ha abierto de nuevo la puerta del laberinto. Esta vez no vamos en grupo, el héroe que siempre había ocultado ha decidido tomar protagonismo y reclamar su atención. Ignora a Ariadna, a sus hilos, sus entramados de besos y abandono. Es sólo el Minotauro el que le provoca el entusiasmo de adentrarse en la oscuridad donde arena y gemidos harían al más valiente volver atrás. Pero el héroe ya ha llegado a la puerta con paso decidido. Ha recogido las velas negras y las ha quemado. Son piras por donde no piensa saltar. Manos de metal y lanzas de carícias en el campo de batalla.)

7 comentarios:

Emilio Ruiz Mateo dijo...

Quiero esa sensación de frío y sal ya. Gracias por recodármela en esta noche tan calurosa.

Sunion30 dijo...

Mr.Week, acabo de venir de la playa. Todavía tengo la piel erizada, dos motivos, a saber: 1)la temperatura del mar que da vida a ráfagas de frío por la espalda 2) llevo días dándome cuenta que en la mayoría de mis entradas siempre aparece el mar.
Te dedico ese chapuzón niño. Ahora me voy a sumergir.

Rocío dijo...

Nunca dejas de sorprenderme. Venir aquí es recibir un soplo de brisa fresca y un trozo de mar para este calor tan sofocante.
Un beso!

Sirena Varada dijo...

Inmersos en el juego de miradas se es títere y dictador. Intentamos regir un pequeño destino que ya ha sido decidido a base de pensamientos de cristal. La sombra de nuestros deseos germina en la búsqueda sin percatarnos de la gran tragedia: el amor no se siente, se piensa.

Al menos siempre nos queda el mar.

Besos

Sunion30 dijo...

Rocío, esos aires bajan a verte y suben de vuelta. Quien dijo que la ola de calor africana no refresca? El mundo se equivoca...gracias y un abrazo!

Sirena, mis últimas divagaciones acaban en tu última frase: "al menos siempre nos queda el mar". No podía ser más acertada. Otro abrazo!

Y a las dos, os recomiendo un libro de Carme Riera "Te dejo amor, en prenda el mar" 1975. Una delicia que, si no lo conocéis, seguro os refresca.

Julio Castelló dijo...

Ah, qué gusto bañarse en las palabras... Gracias.

Sunion30 dijo...

A ti Julio por sumergirte en ellas y pasarte por estos mares...
Un saludo!