lunes, 18 de mayo de 2009

Hechizo marino

...bajamos paseando hacia la playa donde los niños querían ir a jugar un rato, la inocente aventura de mojarse los pies cuando uno no lleva bañador ni toalla. Les remangué los pantalones y comenzaron a jugar a huir de las olas que se acercaban, amenazantes, a comerse sus pies. Me sorprendía ver que no tenían frío. Yo, en cambio, estaba con la chaqueta puesta abrazando mis rodillas y mirándolos con una sonrisa entrecortada.

El niño, M., corría con euforia de un lado a otro. Y cuando me giré a ver qué hacía ella, L., me di cuenta que estaba mirando hacia el horizonte con una expresión melancólica.

"El mar ya se le ha metido dentro", pensé. "Y sólo tiene ocho años."

Su expresión de ausencia, de anhelo hacia lo que habrá en el otro lado, la fiebre enfermiza de azules y la extraña compañía que suponen el fondo del mar...todo, todo eso se había apoderado ya de ella como me pasó a mi hace ya muchos años.

Yo era un poco más mayor que ella, todavía recuerdo la sensación. De sentirme a la deriva, minúsculo, de tener que iniciar una travesía sin saber si Penélope estaría cuando volviera...de llenarme con las brisas y jugar con los acantilados, perderme entre los diversos azules de su superfície y descender hasta el marino de sus fondos donde se esconden los más deseados tesoros. Yo no tenía ansias de poseerlos. Sólo quería verlos, no quedármelos. Y volver de nuevo a la superfície.

Y desde entonces me encuentro como hechizado, igual que ahora lo está ella. A la espera de una nueva ola, de nuevas brisas. Con mil interrogantes metidos en botellas que no sabemos si querremos lanzar al agua, hacerlos navegar.

Ojos que descansan mecidos por los abrazos salados de un sábado cualquiera.

5 comentarios:

Emilio Ruiz Mateo dijo...

Me alegro de que estés tan "salado"... ¡Un abrazo, niño!

ADRIANO dijo...

Aunque sea pequeña parece tenerlo claro, y viendo el resultado que ese hechizo provocó en ti, no tienes nada que temer, será una adulta soñadora pero con los pies en la tierra.
Leyendo este post concluí que uno de esos tonos de azul del mar te salpicó a los ojos, dándote esa mirada cristalina y transparente.
Besos

Sunion30 dijo...

Mr.Week, que bueno verle de nuevo por aqui! un abrazo fuerte!

Adriano, no sé...me sentí triste por un momento. El mar tiene sus cosas buenas pero todo acaba teniendo un regusto melancólico...y así era su mirada.
Me ha encantado lo de "el azul del mar te salpicó a los ojos"...has hilado muy fino...un petó wapu!

Julio Castelló dijo...

Nunca he tenido claro si nos hechiza el mar o es nuestra particular mirada la que él lo hechiza...

Música dijo...

me has recordado un libro maravilloso de Angela Becerra: "de los amores negados".
A mí me ocurrió como a la niña de tu historia, ella acabará viviendo cerca del mar pq sabe que allí pertenece